viernes, 29 de noviembre de 2019

"INSANIA": LA ESTÉTICA DE LA HUMILDAD

Javier Acosta Romero

Nunca había asistido tres veces a una misma puesta en escena. Lo hice con “Insania” (así se llama la obra) y realizarlo, sabía, me permitiría dar una valoración un poco más precisa de sus alcances. Esto fue en el Foro Contigo América, un lugar bastante agradable, cómodo y con espacio de estacionamiento desde las siete de la tarde. Asistí al estreno (muy emotivo, lleno de energía), regresé a mitad de temporada (la mejor integración del espectáculo) y al cierre también llegué (demasiada tensión en el ambiente, además, grabaron en video la puesta completa). ¡Qué rara obra! Pero muy agradable. El montaje es responsabilidad de Aleyda Gallardo (directora), fue ella quien decidió arrojarle al espectador un trabajo actoral resistente y exigente, sostenido por diversos diálogos frente a los cuales uno no sabe qué hacer; el espectáculo no nos obliga a seguir una historia, que de todos modos ocurre aunque en términos muy sencillos: Mariana, una mujer (que nunca vemos), después de padecer una crisis laboral que se complica con un aborto, regresa con el hombre con el que concibió para vivir con él aunque no lo ame, porque en su corazón está otro hombre perfectamente bien instalado. Pero reitero, nunca vemos a Mariana, a quien vemos en el escenario es a dos mujeres que parecen ser parte de esa primera mujer; no tienen nombre, no duermen y podemos decir que habitan en lo que se da en llamar la zona del subconsciente. Este par de entidades femeninas organizan situaciones donde nos enteran de Mariana de una manera crítica (o autocrítica), qué piensa, qué siente, qué ve, qué vive, qué recuerda y, al mismo tiempo, rompen con esas situaciones sin propósito aparente (eso el espectador lo puede resolver), y ya estamos entonces ante Dios (con mayúsculas) con su esposa (supongo que también debería ir con mayúscula), y en otro rompimiento intervienen las diosas Afrodita y Perséfone, luego irrumpen la legendaria Lilith y la olvidada Eva... Cromática de entidades que confirman el arduo trabajo actoral de Lita César y Sandra Galeano.

A cada momento brincan de un tono serio a otro cómico, de una situación real a otra muy ideal. ¡Todo un caos esa cabeza de Mariana! Y, sin embargo, como espectadores no podemos quejarnos porque a ese caos lo habita la belleza, empezando por la belleza física de las actrices, continuando con la belleza con que se escuchan (o se emiten) los diálogos y, si seguimos algunas situaciones, encontramos belleza en el discurso de la obra, en la sola emisión del texto (modestia aparte, original de quien esto escribe). Además, el gesto con que las actrices dialogan cubre un plan de ruta acompañado con la presencia de un muñeco tamaño natural (un objeto evidente pero inasible, despersonificado, que le permite ser cualquier cosa o cualquier persona, incluso ser la esencia misma de Mariana. ¡Una genialidad de la directora!) El escenario del Foro Contigo América, dispuesto en cámara negra, deja muy pocos objetos a la vista, entre ellos ese muñeco genial; siendo las actrices las que rescatan y construyen con tres sillas, una mesita, una cafetera, el muñeco especial, un par de zapatos altos, una minimaleta de maquillaje, una pequeña estola, un ceñidor, resignificándolos o deconstruyéndolos sin escapar de nuestra vista ni de nuestros oídos. Son la humildad de la belleza, la belleza sin pretensiones, natural, como cuando nos acabamos de bañar y sonreímos. Porque a la belleza, sin más, los mortales la adoramos y la seguimos. Sólo espero que haya una segunda temporada para que más gente la pueda apreciar.

usygly@gmail.com


*Anexo un enlace a la reseña de Eugenia Galeano, sobre esta misma obra.