México-X-2008
Orlando, muestra un trabajo extraordinario
con el lenguaje. Es de esos textos donde es más importante la forma que el
contenido, porque se vale también leer así, pendientes de la forma, tocados por
los juegos continuos de la prosa. Orlando es un trabajo arduo y delicado
al que se le pone su propio límite solamente para dejarnos la sensación de
eternidad en un personaje ideal y por lo mismo perfecto: un ser que vaga con
intensidad en las polaridades y esencias triviales y significativas de la vida
humana, como sea esta para el lector que es crítico en su entorno de un modo
razonable sin por ello ser revolucionario o activista. La belleza de Orlando
es eso, un texto elegante que cuenta la historia de un individuo que vive en
tres épocas distintas, tratando de desentrañar lo que es vivir sin percatarse
que está viviendo siempre de un modo extraordinariamente intenso, con todo y
sus limitantes personales, como todos-todos las tenemos. Claro, el lector se
vuelve aquí más inteligente que el personaje, sabemos cosas que el personaje
ignora, vemos que toma decisiones que lo podrían poner en desventaja pero,
conforme pasa el tiempo y las páginas, nos damos cuenta que no importa cómo le
vaya al personaje, a nosotros nos transmite con intensidad esa vida que él (y
luego de ese él es un ella) nos transmite la vida a contracorriente de lo que
el tiempo nos hace a todos en la realidad; ella, al contrario, simplemente vive
y alimenta sus pasiones. Es una vida ideal con un juego estupendo de parte de
la Woolf. Con Orlando tenemos una vivencia no significativa pero sí
maravillosa, farmacológica, ricamente intoxicante. Con uno de los finales más
alucinantes, donde el personaje sigue siendo como el niño que se nos describe
al principio, nada más que convertido en una mujer que es madre también y que
se entrega al marido recién llegado, un marido que se dedica con pasión a
sobrevivir a los huracanes con todo lo que ello implica cuando se logra
sobrevivir a estos. Recuerdo al menos tres películas que tratan sobre esto:
sobrevivir a huracanes y demás tempestades y naufragios; bueno, pues eso que
puede ser motivo para hacer películas completas, es en Orlando solamente
un elemento más dentro de un universo magnífico, nostálgico y moderno, con las
contradicciones que nos caracterizan cuando lo que queremos es evadir la
realidad tal cual con sus horrores. Orlando trasciende la realidad y nos
ubica en una eternidad bellísima e inaplicable que vale probarla y digerirla
mientras dura. Por esto, hago un agradecimiento profundo y bello a Virginia
Woolf y al traductor de su obra; respetar un texto así es invaluable, lo que
demuestra un entendimiento técnico de lo que Borges (traductor) leyó en el Orlando
de la Woolf.
Para
cerrar, apuntaré el género dramático que considero se hermana con Orlando.
Yo diría que lo hace con el género didáctico, apoyado este con un tono cómico.
El género didáctico todo lo permite a nivel de realidad, permite que el
personaje Orlando sea un hombre y después de varios días dormido sea una mujer.
Y el subgénero que acompaña aquí al género didáctico es el que le da carácter a
los personajes que apreciamos, en este caso el carácter realista propio de los
personajes cómicos elegantes, donde la tesis que defiende es que la vida es
intensa y excelsa y que no tenemos por qué dudarlo, pues el ejemplo que nos da
la Woolf con el personaje Orlando es que a pesar de las inseguridades de este
de no sentirse en la vida, siempre lo estuvo, nada más que no se da cuenta de
ello cuando se la pasa pensando y reflexionando y meditando y sintiendo con
intensidad. Orlando vive trescientos años (hasta donde llega la novela, porque
su aspecto final es el de una mujer de 36 años de 1928) y no se da cuenta que
para todos los que la leemos es una mujer intensa, más viva que muchos de
nosotros, convirtiéndose en un ejemplo de que la vida se vive con intensidad a
pesar de sentir y creer lo contrario.
Llegué
a pensar también que podría ser una tragicomedia por lo maravilloso del
lenguaje, pero la ausencia del doble tono me obligó a mirar con seriedad al
género didáctico, donde se da el planteamiento filosófico de Orlando respecto a
la vida, los tópicos que sobre la literatura y la vida nos da con ironía el
narrador y la gran conclusión que es el final, donde se reitera la intensidad
de la vida de Orlando en un gozo excelso que apenas empieza cuando termina la
novela.
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Orlando / Javier Acosta 2021 |