domingo, 3 de enero de 2021

El Diablo ensaya... Quinta entrega

 

Javier Acosta Romero 


           Ese juego los vuelve a la cordura. El papá los observa todavía desde su ventana de lágrimas, en una derrota más entre tantos intentos para destruirse. Hasta ganas tiene de volver a sonreír. Escucha entonces el inconfundible deslizamiento de la silla, pesado y mordaz.

            Francisco se levanta.

            –Tú, ¿a dónde...?

            –¿Al trabajo...? –Responde irónico.

            –Nada, hoy llegaremos tarde –Gruñe el papá y pide más té para todos, que obedecen con aparente calma, impacientes por devorar el postre para dejar la mesa y aprestarse a arrebatar aún más dinero, al modo como la humanidad procuraba las ceremonias previas a la cacería.

            –Somos unas máquinas –mastica el papá, y sonríe al tiempo que sorbe de la taza–, unas malditas máquinas de hacer dinero.

            –A mí ni me cuentes –dice Francisco.

            –Ni madres, panchito –lo acorralan sus hermanos–, eres igual de siervo que nosotros, respondes al mineral de la tinta en los billetes...

            Con ruido llegan al final amargo de sus bebidas y se van en helicóptero a capturar dos empresas familiares coreanas, tres porcentajes mayoritarios de proyectos mexicanos novedosos y la adquisición de cuatro competencias que soñaron alguna vez con ganar algo del mercado a estos granujas...

            Tiempo que Francisco ocupa para tratar asuntos completamente distintos, más mundanos, cuestiones de promociones laborales, salarios, permisos, capacitación, menús, equipamiento de cocinas y baños... Entre otros asuntos ¿recreativos?, que siempre lo divierten:

            –Somos una compañía de teatro.

            –Pero no la única... por desgracia –Les replica.

            –Creemos que el teatro es fundamental en la formación del trabajo empresarial ya que promueve la cooperación...

            Y Francisco lo interrumpe.

            –De eso sabemos suficiente, nuestros trabajadores lo tienen claro en el contrato. ¿Qué otra cosa ofrecen?

            –Calidad artística, una puesta en escena al gusto de ustedes para promover valores que apoyen los objetivos de su empresa... Valores como la tolerancia, el respeto, la solidaridad, el valor del trabajo...

            –Somos un conglomerado empresarial exitoso, nos ocupamos de estimular los valores que requerimos... ¿Algo más... por ahí... que ofrezcan?

            –Tenemos varios proyectos de montaje que, con la producción suficiente, empresas menores nos compran funciones completas, llevamos cinco años en los que hemos ampliado la base de nuestro portafolios...

            –¿Cuántos años lleva con ustedes su cliente más longevo?

            –Dos años.

            –¿Traen algún video?

            –Estamos en la red como “El lugar de la emoción sin límites”, ahí está nuestro trabajo... Y lo invitamos –le extiende cortesías–, a ver nuestra versión de Otelo, de Williams Shakespeare.

            –Y, ¿es de piel negra su Otelo?

            –Más bien lo actualizamos... Es un asesor financiero muy exitoso, traicionado por gente de su mismo departamento...

            –Y su Desdémona...

            –Es una actriz que vestimos muy elegante y sensual, en la historia es hija del dueño de la empresa... se encarga de los asuntos laborales... Pero Yago...

            –...Es un personaje que hace mucho ejercicio...

            –¡Sí, ¿cómo lo sabe?!

            –Describen a mis hermanos... –Murmura

            –Eh, no entendí, si me repite por favor...

            –...Pensé en voz alta... Aunque ya tengo la duda; en su versión, ¿cómo le hace su Otelo para conseguir la mano de Desdémona?

            –En nuestra versión todos la quieren, y el papá la pretende emparejar con Yago... Pero nuestro Otelo simplemente estuvo en el lugar y a la hora en que Desdémona requería de un teléfono celular porque no encontraba el suyo...

            –Y se dio el amor.

            –Más bien la pasión... El amor fue toda una discusión en la compañía...

            –Cierto... Siempre quise ver cómo le hizo Otelo para llevarse a la cama a esa belleza de mujer. Me interesa su obra... Y quiero conocer a su Desdémona...

            –Cuando guste, señor...

 

5

El hermano fue quien la encontró, primero tropezó con el rastro de sangre que pasaba por abajo de la puerta. No se atrevió a entrar, habló por su celular a la casa. Nadie le respondió. Habló con su mamá; no le creyó.

            “Ismael, déjate de bromas.”

            –Estoy seguro que es mi hermana, mamá.

            “Pues si estás tan seguro abre la maldita puerta.”

            –No... no tengo edad.

            La mamá se exaspero, ¿podía pasar por alto la respuesta estúpida de su hijo, todo un universitario refugiado ahora en reacciones de la infancia?

            –¡¿Eres cobarde, Ismael!? –Lo trajo de vuelta–. ¡Abre esa maldita puerta! –le grita, mientras tiene ya un pie fuera de su trabajo, y aborda un taxi, y señala la orientación que el chofer debe llevar.

            –¡¡...Qué pasa, Isma...!!

            El llanto del hijo en la bocina: “¡Te lo dije, mamá! ¡Te lo dije!”

            Un frío congela su garganta.

            –¡¿No puede ir más rápido, señor!?

           –Iría más rápido... –el taxista ha estado al tanto de ella–, pero el tráfico, señora... Qué más quisiera si la estoy viendo cómo está...

            Fue un alboroto extraño. Ningún vecino se acercó a la puerta que sólo mostró un signo de luto dos días después: un muy delicado arreglo floral que algún extraño trajo a pie desde quién sabe dónde. Lo poco que se comentó en la ventana del pan de chocolate, fue que Mitzi se suicidó; que se les hacía que así terminaría, era tan sola y callada; que quizá nunca superó la muerte del abuelo a quien adoraba; los pocos muchachos que llevó a la casa seguro la deprimieron, con ninguno se le vio feliz; la escuela en la que iba era para volver loco a cualquiera, con sus sobrecargas de tareas, sin dejar tiempo para nada; y el rumor creció, en el café De Los Buenos Días alguien sabía (por algún otro enterado) que los papás de Mitzi fueron muy pendejos, ¿en serio no se dieron cuenta de lo que pasaba? Pues como siempre andan afuera, algo así sucedería. Como en la otra casa, igualito... con los niñitos esos que andan en la calle como huérfanos; pero el amante que se consiguió la mamá, nada mal pero; ...sí, todos escuchamos los mismos azotes, pero tampoco digo nada ni usted ni nadie porque parece que la señora lo disfruta; yo también he dudado, y me regañan cuando ando con ganas de ir a denunciar; no sé cómo entender esos gemidos, porque he vivido y sé que esa mujer anda haciendo circo entre las nubes; es una desgracia que en un ambiente así alguien se atreva a suicidarse; nomás falta que el que le trajo flores tan bonitas resulte ser el asesino; puede ser; podría ser; todo puede ser...

El Diablo ensaya... 5 (Fragmento. Autor: Javier Acosta Romero. 2021)