martes, 26 de julio de 2022

POLLITO: Espectáculo dirigido por Micaela Gramajo con textos de Talia Yael (2022)


Signos visuales vs Signos teatrales

Javier Acosta Romero

usygly@gmail.com

 

Termina la función. Lo primero que escucho es sobre la incomodidad de los asientos de la Sala Héctor Mendoza; yo supongo que la Compañía Nacional de Teatro lo hace adrede porque de lo mismo me quejé hace cinco años (*) y, en lugar de tumbar las bancas de madera (polines, nada tienen de bancas) lo único que agregaron fue un acojinamiento desgastado y una almohadilla sobre la que me senté para amortiguar en algo la dureza de la banca, porque ya sabía lo que ocurriría. Igualmente, como la última vez, siendo los asientos la condicionante principal de cualquier espectáculo que ahí se presente, el segundo comentario que escuché fue en función de la duración de la obra; se les hizo eterna. Pues cómo no si en pocos minutos se asienta y acentúa un dolor en la espalda.

Curioso que con tales incomodidades la gente esté dispuesta a mirar un escenario por más de una hora, eso deberían aplaudir los actores de Pollito (La obra en cuestión), su directora (Micaela Gramajo) y su dramaturgista (Bruno Zamudio). La gente se interesa por el teatro pero, ¿con cuánta legitimidad? Caché un tercer comentario: No entendí nada, dice alguien, y el otro simplemente pregunta qué hora es. De lo que no hay duda es que somos muy aguantadores.

Afuera de la Sala, con el aire de la tarde, se la pasa uno mejor. Adentro, efectivamente, en la escena hubo un desorden bárbaro: Un hombre barbado que entra desde el inicio y que, por permanecer sobre el escenario estuvo creando tensiones y relajando otras, hasta que fue evidente que no se movería de ahí, y que se la pasaría ejecutando el ambiente sonoro de la obra. Los actores estuvieron la mayor parte del tiempo presentes en el escenario sin por ello ser parte de la escena principal (o apoyándola desde afuera pero presentes), yendo al fondo del mismo solamente para agregarse un disfraz si lo necesitaban. Muy extraño el uso del fondo porque resultó ser un espacio más donde los personajes se buscaban, un espacio que establecía un rompimiento con el escenario principal o un complemento –a veces– o un contraste, a veces o siempre... Me pregunto qué hubiera sido si no leo previamente el texto dramático de Talia Yael, el cual supuse debía ser la estrella por haber ganado el Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2019. Pues no, no lo fue. Gramajo se ve que hizo lo que quiso (La otra opción es que no dio con  bola). Cosas que en el texto son obvias, como lo es la ausencia del padre de la personaje Pollito, lo ignoró presentando al actor innumerables veces en escena (Más el DJ barbado, Carlos Matus, otra figura masculina poderosa pero que era el ejecutante del ambiente sonoro; en fin, el galimatías que hicieron con la segmentación y significación del escenario). Con tan significativos detalles, alterada sobremanera, la ausencia del padre y de la fuerza masculina fue siempre presencia del padre y de la fuerza masculina, es decir, descabezaron el texto dramático. Nada más.

Otro yerro interpretativo: El marcaje de los universos subconscientes, al que dio su toque personal Gramajo en  el cuadro Pollita pastora (Bueno, hasta los títulos de cada cuadro los desaparecieron; para qué tanta dedicación de Talia Yael en su texto, ¿quién va a fijarse que se trataba de un estudio?) al desenmascarar a la cabra-abuela y mostrar ¡a la mamá de Pollito…! La mamá. La mamá, que tiene su propia línea dramática… Y la abuela tiene su propia intervención simbólica como cabra sacrificada en relación con la nieta… Un encuentro subconsciente que Pollito debía tener con su abuela; pero Gramajo creyó quizás que la búsqueda debía arrojar alguna conclusión consciente y así decide desenmascarar a la cabra… y cambiarle el signo para que se encontrara con la mamá (¿Pero qué necesidad?) ¿Señala con ello una insuficiencia del texto de Talia Yael? Y ¿el dramaturgista lo aprobó? Brillante mancuerna.

Supongo que es de festejarse que la Compañía Nacional de Teatro se ocupe de producir los textos de los dramaturgos noveles mexicanos; pero si se insistirá en ello, es importante establecer la manera en que se realizarán los montajes porque es evidente que la intención de Micaela Gramajo no era la puesta en escena de Pollito (2019) sino la experimentación, la apropiación de segmentos textuales que desdibujaron (Borraron, descabezaron) el discurso dramático. Menos mal que utilizó a un dramaturgista, cuyo papel es evidente a  favor de los planteamientos plásticos de Gramajo y no a favor de los planteamientos dramatúrgicos del texto. Claro, en un laboratorio teatral pueden pasar muchas cosas, pero insisto, la finalidad era poner en escena el texto dramático. O que sean más claros para la próxima y digan que el texto ganador será parte de un espectáculo y no será puesto en escena, sino emitido en escena o que a ratos sí será puesto en escena (Como ocurrió en los momentos donde se utilizó una plancha de metal donde el texto dramático fue puesto en escena de manera hermosa, y lo digo en serio.) Pero el resto del espectáculo fue una intervención estilística desmedida que transfiguró el sentido global del texto dramático. 

Claro que la gente debe ir a ver el espectáculo de Gramajo, que sobreviviría muy bien solamente con los cuadros donde el espectáculo converge en la utilización de la plancha de metal, una mesa tipo quirúrgica, sin necesidad de sacarla de escena (Que cómo les cuesta trabajo moverla, sacarla y meterla del escenario); que nomás la acomoden para el siguiente cuadro donde la utilizarán, eso será suficiente para que el espectador decida qué hacer con ello. Y otro día, con nueva producción y dirección, el texto dramático de Talia Yael tendrá su revancha.


Créditos, como los presentó la CNT en su primera temporada (2021):

Autora: Talia Yael 

Dirección: Micaela Gramajo

Actores: Aramndo Comonfort, Judith Inda, Dulce Mariel, Carlos Matus, Gabriela Núñez, Nara Pech, Ana Karen Peraza, Alan Uribe Villarruel, Miguel Ángel López.

Dramaturgista: Bruno Zamudio

Diseño de escenografía, iluminación, vestuario y utilería: Natalia Sedano

Montaje coral y Ambiente sonoro: Carlos Matus

Movimiento corporal: Alan Uribe Villarruel

Ilustración: Lau Charles

Asesoría técnica: alexander Judith Inda

Asesoría de Ableton live: Jorge Medina

Producción general Centro Cultural Helénico y Compañía Nacional de Teatro