
No hay una historia qué contar. Hay reacciones a motivos, reacciones a reacciones sociales, a reacciones policíacas, a reacciones del mismo espacio oscuro, vacío realmente. Un espectáculo efectivo. Inmediato. Agresivo; exigente con su espectador. Los actores se declaran actores y nos muestran el juego de lo poco que valen las palabras en un escenario: se declaran actores actuando. Las actitudes, el gesto corporal, la secuencia gestual conducen el espectáculo. Juegan con las intensidades del asesinato y nos guardan un trabajo efectivo con el discurso que forman al relacionarse con la pistola como objeto: precisa, fundamental, atractiva, poderosa: mata a un barbero, mata a un amante, anula la integridad de varios espectadores a los que apuntó por segundos y con actitud, con amenaza, con ganas aparentes de asesinarnos.
Le comento a un amigo sobre este hecho, “te llegan a apuntar con una pistola cargada porque te muestran cómo le ponen 'una bala real', y así, simulando el actor ser El Asesino de Virginia Tech., te apunta y te amenaza”
-¿En serio?
-Pues claro, a mi me apuntó.
Ante esto, mi amigo se indignó, dijo que él sí le hubiera dicho algo al actor porque eso es “pasarse”, eso “no se vale”, “qué te garantiza que esa cosa no se dispare”.
Y es ahí donde entra de nuevo la fuerza del teatro porque fue un espectáculo íntimo, sólo para los que estábamos, no para los que no llegaron. Los que no llegan, es por algo; cada espectáculo tiene su carga y a Por favor, no manden riñones por correspondencia llegan los que están sintiendo la violencia de una sociedad que no libera del todo la discusión que se necesita sobre los asesinatos, la muerte violenta, el perjuicio directo contra terceros.
PD. Siendo más riguroso (¿por qué no?), si bien el espectáculo es efectivo, los actores no son los idóneos, el casting es inexistente; al menos, quien se salva de esto es José Alberto Gallardo, pero los otros dos no significan a la obra o al menos no responden semánticamente a los requerimientos del texto. Cualquiera puede actuar, claro está, pero al armar un espectáculo se debe pensar en el bien del mismo y no en el bien personal o en el bolsillo actoral o en el ego. Esto, no lo dudo, es otra muestra de la crisis económica que le está pegando a todos pues es preferible recibir un dinerito por ser dramaturgo, por actuar y dirigir que, solamente, por dirigir o por dirigir y escribir o solamente por actuar. En fin, allá las conciencias de estos piratas del teatro que porque pueden hacer todas esas cosas, no buscan quién pueda hacerlo mejor que ellos; que los hay. Lo que se pierde, claro, es demasiado, porque si bien funciona este espectáculo, sólo es eso, un espectáculo que funciona, que no defrauda; aunque podría ser algo más (¿por qué no?), podría ser (con un casting) un epicentro cultural; un referente estético del año.
PD 2: Ya sin ser riguroso: es un espectáculo que debe visitarse por lo que se vive ahí si se está dispuesto a confiar en los actores. La propuesta es efectiva; es como visitar el borrador de una gran idea, más no la versión definitiva.
PD 3: Cuando salí del “Foro Sor Juana” mi primera impresión es que vi un espectáculo perfecto para un bar. Lo sórdido del conjunto más el ambiente de un bar ubicaría en su dimensión (con esos actores) a este espectáculo. ¡Teatro-bar! Sería un éxito.